Si bien esta iglesia granítica no destaca por sus dimensiones, sí encontramos en ella un fantástico ejemplo del romanico rural gallego. Cuenta con una única nave de planta rectangular y un ábside semicircular, siendo su cubierta de pizarra a dos aguas. En su interior destaca el retablo barroco de los siglos XVII-XVIII.
Posiblemente el mayor atractivo de esta construcción radique en los 16 canecillos que rodean el ábside. En un gran estado de conservación, representan desde cabezas de animales, tales como lobos o carneros, hasta escenas eróticas o exaltaciones de los genitales masculinos.
